Ahí estaba él, inmenso y regio, observandolo todo con ojos escrutadores.
Esa capa que llevaba no hacía más que acentuar su superioridad con el resto de nosotros, pobres diablos. Pero se hacía evidente que no la necesitaba para nada. La llevaba por deferencia, como intentando mantener un algo de humanidad.
Fue en ese momento cuando nos habló.
Jamás olvidaré ese día….
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