domingo, 13 de febrero de 2011

cave ne cadas

Esta frase tan normal adquiría una profundidad tremenda en la roma clásica. Se la repetía sin cesar un esclavo a su amo en momentos tales como: un homenaje público, un reconocimiento por una victoria militar o una excesivo ditirambo por parte de algún potentado con ganas de sacar algún favor. De esta forma pretendían mantener el ego a raya
En sentido literal sería algo así como no tropieces. En sentido figurado pretendía recordarte que no es permanente esa posición. Que hoy eres victoria pero mañana podrás ser derrota. Que debes mantener siempre un algo de humildad.
En el deporte vemos muchísimos casos de grandes figuras destrozadas por un revés en sus carreras. Pobres chavales ahogados por el peso de su propia fama, Tyson, Maradona, Best.. Recurren a las drogas o al alcohol para mejorar su rendimiento o para olvidar lo que fueron y no son. Si alguien hubiera seguido a estos juguetes rotos repitiendo "cave ne cadas" al oido tal vez hubiera sido distinto su final.
Pensemos por un momento en Rafa Nadal. Algo parecido a esto le repite su tío y entrenador para conseguir mantenerlo con los pies en el suelo. Este trabajo no se reconoce tanto en su rendimiento físico, pero si en la actitud mental. Que a la postre es la que finalmente ha de imponerse.
Esto podría extrapolarse también al ámbito político. Y no solo referido a grandes dictadores, que también. Si no a algunos a los que se le llena la boca diciendo democracia. Estos que se aferran a su cargo como si les perteneciera "de facto". Estos a los que la expresión "a dedo" no les suena a delito, si no a reconocimiento por su labor. Algunos llevan a tanto la dictadura democrática que la ceden a sus delfines o a sus familiares en el momento de su partida. Todo esto, por supuesto, con la connivencia de los ciudadanos mejor posicionados, disfrutando de su "bien" ganado cargo mientras se rascan unos a otros sus espaldas y ordenan escribir grandes loas en sus periodicos mientras se reparten concesiones y se renegocian créditos con sus cajas y bancos.
Esta es la gente de la que esta sencilla cita intentaba salvarnos. Crecen tanto que acaban estallando, convertidos en grandes bolas de gas putrido. Pero para cuando esto ocurre el daño ya está hecho. Y no lo pagan ellos si no nosotros, el pueblo llano.
Que pena que nadie les haya repetido al oido, mientras medraban en la "alta suciedad":
cave ne cadas,
cave ne cadas,
cave ne cadas......