jueves, 12 de junio de 2014

Nuestra Compostela

Es sencillo, realmente sencillo. Solo hay que mirarse en el espejo del
alma, ese ente perpetuamente joven, el único cuadro inmortal. Mirarse,
ahondar en un rescoldo y recordar. Recordar los veinte años, lo que
Santiago era para esa persona que se comía el mundo. Da igual que
ahora peinemos canas, cambiemos pañales o hayamos partido a las
antípodas, todos tenemos esa Compostela dentro.
Hablamos de esas carreras bajo la lluvia camino de la facultad, de
compartir piso con un desconocido, luego amigo, disfrutando de una
pequeñísima buhardilla. Quemar tus primeros macarrones. Aventuras sin
ese paraguas que no pudiste traer de casa.
Ese primer amor, ese mejor, y peor, amigo, llorar como un niño en la
calle, la fiesta. La mejor vida al aire libre en la más lluviosa
ciudad de Galicia, ese Brigadoon. La ciudad de todos y de uno. La
piedra que te marcará el corazón y lo golpeará para convertirlo en la
lasca que hoy es.
Esa ciudad a la que siempre vuelves aunque no vengas, por que nunca te
has ido. Nadie la deja completamente.
Y, ahora, nos la están arrebatando.
Qué queremos? recuperar una entelequia, una idea, una propiedad de
cada uno y de ninguno. Recuperar la ciudad que cada uno ha vivido, que
cada uno recuerda. Todos somos compostela, y nadie puede cambiar eso,
por que ser picheleiro es quererla. Con sus defectos y virtudes. No
puedes domarla igual que no puedes enjaular la esperanza. Muere pero
no puede morir.
Todos somos compostela y, unidos, cada día lo seremos más. Porque las
ideas son fuertes, persisten. Cuanto más las agredes más fortaleza
adquieren.
Recuperemos nuestra Compostela, la de todos y la de ninguno. La mía,
la tuya, la de él y la del mañana.